jueves, 12 de junio de 2014

Capítulo 35: El Juicio Final

Al día siguiente del partido con Ferro, River e Iniesta, que todavía necesitaban otra victoria para salvarse del descenso, eran la tapa de todos los diarios.

Abajo, en un pequeño recuadro apenas visible, El triunfo del Newells de Mourinho y Messi, que peleaba el campeonato contra Boca y también necesitaba una victoria, pero para asegurarse el campeonato, ya que llevaba solamente un punto de ventaja.


Los dos equipos, Newells y River se enfrentarían en la última fecha, en el Monumental, el empate no le servía a ninguno.

La semana anterior al partido, el mensaje de los hinchas de River fue muy claro. Ganen o Pierdan. Regalarle el campeonato al Boca de Cristiano Ronaldo, para evitar el descenso podían admitirlo, pero regalárselo e irse al descenso al mismo tiempo, era algo intolerable. “Ganen o Pierdan la puta que los parió, Ganen o Pierdan la puta que los parió”. #GanenoPierdan. Muy claro.

Newells llegó el miércoles por la tarde a Buenos Aires, para jugar el partido. El Plan de Mourinho era salir de Rosario, la ciudad del equipo, para no contagiarse del nerviosismo de los vecinos. En Rosario todos los acosaban preguntándoles si iban o no a salir campeones: los mozos, los policías, los taxistas, los diareros y hasta sus propios familiares y amigos. El que no era hincha de Newells, hinchaba por Rosario Central, su archirrival, por lo cual el interés por el resultado, la ansiedad, era la misma.

En Buenos Aires sin embargo, la noticia, la incógnita, era el descenso del River de Guardiola, ellos, salvo los más famosos (Messi, Mourinho), pasaban casi desapercibidos, no los reconocían las chicas, no le pedían autógrafos los niños, podían entrenar tranquilos, enfocarse en el partido, pero sin dramatismo.

En Buenos Aires Mourinho solo tenía que preocuparse por las prácticas y porque sus pupilos, no aceptaran ninguna botella que no estuviera cerrada, bajo ninguna circunstancia. Eso lo obsesionaba. Le preocupará que algún mozo corrupto hubiera aceptado plata por intoxicarlos o involucrarlos en un caso de doping. Hasta se molestó con Messi y le grito en público, lo que nunca, cuando casi toma de una Sprite Zero que vino destapada de la cocina. Corrió cinco metros en un segundo, y logró sacársela de las manos, estrellándola contra el piso, antes que pudiera mojarse los labios, lo que lo hubiera dejado sin dormir durante días, paranoico.

La estrategia del cambio de Ciudad era buena,  pero los hinchas de River, al saber que se alojaban en un lugar céntrico, comenzaron a reunirse todas las noches en frente del hotel, para no dejarlos dormir. Fuegos artificiales, cánticos, gritos, ruidos de bombo y trompetas, hasta las 6-7 de la mañana, cuando el ajetreado ritmo del Microcentro volvía y ellos ya no eran necesarios para generar ruidos molestos.

Fueron dos días de insomnio para muchos, hasta que Mou decidió trasladar de incógnito al equipo a un hotel en las afueras, protegido del ruido, por la soledad de las varias hectáreas que lo rodeaban.

En esos días de bullicio, cuando todavía se hospedaban por el Microcentro, durante la noche, algunos jugadores se escabulleron por la salida de emergencia del hotel y consiguieron salir, sin que los hinchas de River y algunos reporteros que había por ahí los vieran.

Uno de esos jugadores fue Messi, que entró a Esperanto a eso de las once acompañado por dos compañeros y fue derecho a una mesa en el VIP que ocupan un hombre y tres mujeres. Me pareció extraño que se sentará ahí, en una mesa común del VIP, y no fuesen a la parte más privada, más exclusiva, que estaba en el fondo y los futbolistas elegían cuando querían pasar desapercibidos, sin que nadie los moleste, al VIP del VIP.

No es que alguien se fuera a escandalizar, faltaban todavía varios días para el partido y Messi ni siquiera estaba tomando alcohol, pero siempre es mejor no alimentar los rumores, ni dar una coartada para la crítica del próximo lunes. De todas formas nadie iba inmortalizar el momento grabando un video o tomando una foto, en los cuatros costados había Patovicas preparados para incautar cualquier celular o cámara de foto que lo intentará y dejar con algún hueso roto a su dueño.

Me llamaba la atención la chica que estaba abrazada con Messi y le hablaba al oído. Me resultaba familiar, pero no sabía de dónde, tenía el nombre en la punta de la lengua, pero no lograba recordarlo, hasta que Iraizoz develó la incógnita “¿Sabes quién es?” Vicky”. “Vicky” repetí yo, casi retándome, como quien salió hace media hora del cine y todavía intenta descubrir quién era actor que hizo el cameo de policía. 
Claro, era ella, la ¿ex? novia de Iniesta, con el pelo planchado y tanto maquillaje, que se hacía difícil reconocerla. Siempre se destacaba del resto, pero ese día parecía una más, lo cual no era necesariamente malo, seguía siendo un 10, pero sin ese toque exótico, de sofisticación, que ella siempre tenía. Era más un tiro fuerte, que quiebra las manos del arquero por potencia, que un toque sutil, calculado, que le pasa por entre las piernas, pero como gol valía igual. Era más otra Jésica que la Vicky de siempre.

Llevaba puesta una remerita blanca, ceñida al cuerpo, por la cual sobresalían sus exquisitas tetas, unas calzas plateadas, con un bordado árabe al costado en dorado, con el calce perfecto, pegado al cuerpo, pero sin comprimirlo ni generando bultos sospechosos y unas botitas con piel animal print, que la hacían varios centímetros más alta. Casi el uniforme oficial de las mujeres de ese VIP, un ejército atípico, que se dejaba conquistar, para luego saquear al invasor, como si fueran arenas movedizas.

Nos la quedamos viendo. Creo que ella también nos miraba desafiante, por sobre el hombro de Messi, parecía contenta de que la hubiéramos descubierto. Enseguida comenzaron a sacarse fotos del encuentro, selfies, se alternaban para sostener el celular en lo alto y enfocarse a los dos. No eran fotos porno, se abrazaban y a lo sumo se tocaban con el labio las mejillas, no eran sexualmente  explicitas, pero si muy eróticas. Cualquiera que las viera se daría cuenta que en esa pareja había química.

Enseguida se pararon y se fueron, dejando en la mesa el jugo de naranja de Messi y un Champagne caro a medio tomar. Nosotros nos quedamos hablando con unas promotoras, Iraizoz quería ir a la mesa a rescatar lo que quedaba del Champagne, al menos para tener la botella para aparentar, pero lo convencí de que era peligroso, con tantos empleados de seguridad cerca.

No fue una buena noche, era martes o miércoles, el lugar estaba semivacío y ni siquiera pudimos llevarnos a esas promotoras, que parecían más interesadas en que les presentáramos algún jugador de fútbol que en nosotros. “Además son un poco viejos” “¿Por qué? ¿Qué edad tienen ustedes?” “¿Nosotras? 18” “¿18?, uy, bueno, es legal”.

Al día siguiente  Iniesta me llamó luego del entrenamiento, parecía nervioso. No sé que le habían dicho sus compañeros o la gente en la calle. Tampoco estaba muy despabilado, recién me levantaba, no había ni chequeado el teléfono. Comenzó a preguntarme adonde había estado la noche anterior, pero en realidad parecía querer saber otra cosa, antes que terminará de contestarle salteaba a la siguiente pregunta, como un Fiscal que trata de hacer contradecir a un testigo hostil.

“¿Pero donde fueron?” “¿Pero pasó algo?” “¿Pero no viste nada raro?” “¿Nada?” “No”, “no”, no, NOOO!!!!

Antes de cortar me dijo algo de la amistad, de la confianza, de la verdad. Fue su cierre final, su alegato, en un juicio contra mí, que yo ignoraba que se estaba llevando a cabo. Enseguida me  llegó al Whatapps, un mensaje del propio Andrés. Eran las fotos de la noche anterior, Vicky las había publicado y Messi las Rewitteó. Todo el mundo hablaba de eso.

Ni siquiera podía decir lo ignoraba o que no había estado allí, salía en todas las fotos, arriba del hombro de Messi, abrazando a una Promotora de La Nueva Seguros de 18 años, al lado de Iraizoz, tomando un Champagne barato, el de 300 pesos. Éramos uno de los Trending Topic en Argentina. #LaNoviaDeMessi

Quise llamar a Iniesta para explicarle, pero no me atendía. Había quemado los puentes, no deseaba volver a hablar conmigo ni con Iraizoz. Yo prefería que viniera a cagarme a trompadas a que no me atendiera, ese golpe Pasivo/Agresivo me mataba, era muy minita Andrés con esas reacciones. Me puse a pensar que podía explicarle, pero cada pocos segundos sonaba el teléfono con una nueva mención de Twitter o  porque había sumado otro seguidor. Era una locura, las notificaciones retumbaban en mi cerebro como las gotas de agua de una tortura china. Quise tirar el teléfono por la ventana, pero tenía toda mi agenda en la memoria , que era mi principal herramienta de trabajo, siempre prometía que iba a hacer un backup, pero nunca le hacía, ni sabía muy bien como hacerlo.

Tenía que conseguir un Community Manager, alguien que llevara adelante mi vida virtual. Las empresas me ofrecían dinero por mis menciones, pero ya era imposible ocuparme de eso y de mis verdaderos trabajos. Al principio era divertido, me tomaba 10 minutos, me ayudaba a distraerme de mis obligaciones, pero se había convertido en una tarea a tiempo completo, que ni siquiera me gustaba.

“Está todo arreglado, ¿No ven que ahí arriba está el gordo @MarceloPReal” #LaNoviaDeMessi
“@MarceloPReal si queres aparearte anda a Mundo Marino” #LaNoviaDeMessi
“@Iraizoz_OK al lado de  @MarceloPReal y después dicen que no agarra una pelota” #LaNoviaDeMessi

Y seguían legando, #LaNoviaDeMessi, #LaNoviaDeMessi,
#LaNoviaDeMessi,#LaNoviaDeMessi ...

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