miércoles, 12 de marzo de 2014

Capítulo 2: Iniesta ¿Otro Messi(as)?



Llegué a la casa de Iniesta dos horas luego de lo previsto. Le eché la culpa a la ruta, dije que me había perdido, pero la noche anterior la había pasado de bar en bar. Entré al primero con la intensión de tomarme una cerveza e irme a dormir, pero la gente no paraba de reconocerme de “Tribuna Caliente” y me hacía preguntas y me invitaba tragos y me presentaba chicas. Luego de un rato ya no podía irme, era una de mis pocas noches en España, ¿La iba a desaprovechar?

En la puerta, preocupado por mi tardanza me recibió Andrés junto a su familia, me habían estado esperando. Todos sus familiares eran mujeres: tías, primas, hermanas y por supuesto La Madre, así, con mayúsculas. Los hombres no existían o no estaban. Andrés había sido criado, moldeado por mujeres. Era a la vez un consentido y un solitario, no hablaba mucho, escuchaba, como les gusta a las mujeres que hagamos al resto de los mortales, escuchaba y pensaba, tal vez demasiado

Enseguida nos dejaron solos, aunque podía sentir la presencia de las mujeres en las ventanas, en las puertas, en las paredes. Eran como fantasmas, que se materializaban cada tanto, interrumpiéndonos para ofrecernos comida, bebida o tener alguna que otra gentileza.




Iniesta me llevó a su habitación. Era la habitación de un adolecente. La televisión ocupaba un lugar central y estaba prendida en un canal que pasaba canciones pop en español, una especie de MTV Vernáculo, con las particulares del caso: un poco más de guitarra flamengas, un poco menos de raperos negros invitando a matar policías. Tenía posters, la mayoría de fútbol: Maradona, Riquelme, Guardiola, Cruyff, Francescoli, pero también estaban Calamaro y Fito Cabrales e incluso, escondida, en un rincón una foto de la novia de Casillas, Wanda Nara, en ropa interior.

La cama era pequeña, incluso para un chico. El cubrecama parecía viejo, gastado, pero también muy limpio.
Enseguida noté su colección de camisetas, una serie de percheros que iban de punta a punta de la pieza ocupando toda una pared y estaban repletos. Había no menos de 300 camisetas, muchas del fútbol Argentino, la mayoría de River.

Le dije que eligiera su casaca preferida y enseguida sacó la  de River campeón Intercontinental del 86’, con el escudo del León sobre el Monumental. “Era de mi viejo” me dijo, mientras la camiseta se acercaba a su cuerpo como si hubiera una atracción magnética. “¿Sos hincha de River?” le pregunté, “¿Hincha de River?, no, que va, soy fanático” me contestó, mientras el fotógrafo que estaba conmigo se apuraba para retratarlo junto a la casaca.

La conversación siguió y fue hermosa. Me contó que le gustaba el estilo de River, la vocación ofensiva, eso de hacer del monopolio de la pelota casi un mandato. Me dijo que a veces quería inducir a su técnico y a sus compañeros a jugar igual, que quería que el Barcelona copiara el estilo y porque no, la Selección Española. Que podía faltar talento, materia prima, pero que la idea era la idea y que una buena idea funciona en todos lados. Quería triunfar en Argentina, ganarse el respeto de sus compatriotas, para poder ser más influyente, pero sabía que no iba a ser fácil, muchos grandes jugadores no lo habían logrado. Xavi sin ir más lejos, que para él era un ídolo.

Me habló de la máquina, de Di Stéfano, de Pedernera, de Labruna, de Alonso. Sabía más de Fútbol Argentino que yo. Me dijo que para él llegar a River sería como para un científico llegar a la NASA.

Yo lo escuché entusiasmado, por fin alguien me hablaba de fútbol, de fútbol juego y no de contratos, de primas, de premios, de transferencias, de intermediarios, de botineras. Fue emocionante, pero al mismo tiempo también sentía culpa, porque sabía que el editor iba a omitir todo eso. Posiblemente lo único que iba a salir en la nota era la frase “Soy Fanático de River” en negrita y la foto de él con la camiseta del leoncito en el pecho. Y así fue.

La nota de Iniesta tuvo más repercusión de la que podría haber imaginado.

Todo el mundo quería saber quién era ese Españolito fanático del fútbol y de River.

Incluso antes de subir al avión, sin haber dormido demasiado y con la resaca de otra noche Catalana a cuestas, di entrevistas a varios medios Argentinos hablando del nuevo crack Manchego.

En el aeropuerto, la gente, Españoles y Argentinos, me preguntaba por él. Querían saber si el pase estaba hecho, si en verdad era tan bueno, si podía hacer que River compitiera de igual a igual con el Newells de Messi y el Boca de Cristiano Ronaldo. 

Yo contestaba a todo que si, porque era lo que sus caras esperanzadas me rogaban, además el si no requería mucha explicación y era lo que mi resaca necesitaba.

Al llegar a Buenos Aires, luego de darles una generosa propina a las azafatas, por haber atendido con especial cuidado mis necesidades etílicas, Iniesta ya no era Iniesta, un jugador de fútbol como tantos otros, se había transformado en una especie de Mesías que los hinchas de River esperaban, para que los devolviera al Paraíso del que se habían extraviado hacía algunos años, a las épocas doradas en donde ganaban todo y equipos como Boca o Newells se conformaban con las sobras.

Aparentemente yo, entre bostezo y bostezo, en una de las tantas entrevistas que me habían hecho desde Argentina había aportado a esa idea afirmando que Iniesta sería el Messi de River o algo así.

Olé, el Diario Deportivo más Importante del País, títulaba “Iniesta ¿Otro Messi(as)?"
En las redes sociales no se hablaba de otra cosas.

#IniestaMessias

8 comentarios:

  1. Me encanto, como sigue? un capitulo nuevo por semana? muy bueno!!!

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  2. Si, un capítulo por semana mínimo, trataremos de que sean más de acuerdo a la repercusión.

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  3. Respuestas
    1. Gracias Dani, seguirán, hasta que se cuente completa La Verdadera Historia

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  4. Cuando empieza la parte de la merca, el chupi, las botineras? No nos decepciones amigo

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  5. Raro que no haya sido hincha de Banfield.

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